¡Cómo son los obreros!
Los trabajadores de la construcción han pedido la jornada continuada en verano en Sevilla con el fin, entre otras cuestiones, de evitar accidentes laborales debido a las condiciones atmosféricas de esta provincia. Como quiera que la patronal se niega, han decidido hacer uso de su derecho de huelga.
Pues bien, en el día en que se produce siete muertos por accidente laboral, hay un canalla, presidente de la Asociación Empresarial Sevillana de Constructores y Promotores de Obras (Gaesco), un tal Miguel Rus, que es capaz de decir que la culpa de los accidentes es por el exceso de consumo de alcohol y de drogas en las obras. Ya sabemos que si él se droga o se emborracha estará sentado en un sillón, mientras que el currante se juega la vida, una pequeña diferencia. Por cierto también se deben drogar los andamios y los encofrados como el de ayer en Valencia, donde murieron cuatro trabajadores en las obras del Nuevo Mestalla.
Hay muchos factores que pueden provocar accidentes laborales. Nadie duda de que en algún momento puedan producirse por excesos cometidos por los trabajadores. Sin embargo, decir lo que ha dicho este empresario es, no sólo ofensivo, sino que define muy bien a un sector del empresariado español, carca, insensible e interesado solamente en los beneficios.
No contar que las condiciones de trabajo influyen, es taparse los ojos interesadamente. El trabajo subcontratado, a destajo, en cadena, en situaciones extremas (con cuarenta grados a la sombra), son decisivos a la hora de que se produzcan accidentes laborales.
Si existen trabajadores que beben más de la cuenta y se drogan, no menos existen empresarios en las mismas circunstancias, como fruteros, banqueros o electricistas. Lo que, desde luego, casi no existen son medidas de control sobre la seguridad en las empresas.
Tanto es así que estamos a la cabeza de accidentes laborales en Europa y que el propio Ministro de Trabajo acaba de anunciar como prioridad de la legislatura vigilar la seguridad en el trabajo, para lo que piensa crear nuevas plazas de inspectores de trabajo que controlen a las empresas (esperemos que sea cierto y en el menor tiempo posible).
Unos mil muertos anuales, diez mil heridos graves, más de cien mil accidentes de trabajo, un millón de trabajadores involucrados. Esto en un año. Una lacra, casi invisible, de la que casi nadie se preocupa y de la que los medios de comunicación, salvo en casos extremos (el de ayer, cuatro muertos en Valencia) tampoco se ocupan.
Y es que claro, seguramente todo viene de lo mismo, ya lo dice el empresario Rus, ellos deshaciéndose por cumplir las normas y los currantes drogándose y emborrachándose.
Salud y República
RGAlmazán
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