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Asamblea Izquierda Unida de Candelario

Acuerdo histórico contra las bombas de racimo

Acuerdo histórico contra las bombas de racimo

En un histórico acuerdo, más de un centenar de países se comprometió a no usar, producir, comprar o almacenar bombas de racimo. Tras diez días de negociaciones en Dublín, ayer se acordó un borrador del proyecto que también prevé la eliminación, en un plazo de 8 años, de los arsenales de este tipo de armamento. La nota oscura la pusieron EE.UU, Rusia, China e Israel, que no suscribieron el pacto y ni tan siquiera asistieron a las negociaciones.

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Una semana y tres días de negociaciones costó alcanzar este acuerdo, que viene a complementar el Tratado de Ottawa en el cual se prohibían, hace ya diez años, las minas antipersona. Las de racimo son bombas cargadas con submuniciones que causan gravísimos daños en la población civil. El pacto lo han suscrito 109 países, entre los que se encuentra España; sin embargo, EE.UU., Rusia, China, Israel e India ni siquiera quisieron participar en el evento.

El apoyo británico, fundamental
Gordon Brown, primer ministro británico, dio un “impulso fundamental a las negociaciones” según recoge la ONG Human Rights Watch. Y es que, Brown anunció el apoyo de Reino Unido a la prohibición de “todos los tipos de bomba racimo” así como la retirada de las mismos de sus arsenales.

España pedía excepciones
Según recoge El País, durante la negociación España se alineó con los países que pedían excepciones sobre la prohibición, por ejemplo, para las bombas de nueva generación que cuentan con dispositivos de autodesactivación. Pero el borrador propuesto por la presidencia irlandesa y aprobado por la totalidad de los delegados rechazó estas peticiones y el delegado español optó por suscribir el texto final, pese a no incluir su propuesta.

Precisamente, hace una semana la organización Greenpeace llamaba la atención sobre el hecho de que en España hay dos fabricantes de este tipo de armas, y se movilizaba contra Expal, fábrica alavesa de este tipo de explosivos. “La convicción de muchos analistas es que la aprobación del tratado ejercerá una notable presión también sobre los países ausentes en Dublín. Un fenómeno parecido ocurrió con el tratado sobre minas antipersonales, ratificado ya por más de 150 países, aunque no por Rusia, China ni EE UU.”, concluye El País.

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