Blogia
Asamblea Izquierda Unida de Candelario

EMPRESAS ESTATALES, BENEFICIOS PARA TODOS.

Hace unos días, un buen amigo me comentaba con justificado cabreo la falsa pelea entre socialistas y populares a cuenta de la posible compra de una parte de Repsol por la rusa Lukoil. Salpicando sus quejas con variados juramentos terminó formulando una pregunta retórica: ¿Y en qué nos beneficia a nosotros, a los ciudadanos de a pie, que Repsol esté en manos de capitalistas españoles o de capitalistas rusos cuando unos y otros buscan lo mismo? ¿O acaso Repsol, por ser de los capitalistas españoles, nos ha vendido el gasoil más barato que otras compañías cuando el precio del petróleo estaba por las nubes? Pues, que yo sepa, no nos beneficia en nada, le respondí, aun sabiendo que no era necesario puesto que él también conocía la respuesta. Pero así mantienen entretenida a la audiencia haciéndole creer que tienen posiciones distintas cuando el modelo económico que defienden es el mismo, y, de paso, evitan hablar de otra solución que sí nos beneficiaría a todos los ciudadanos, añadí. Que sea del Estado, me dijo. Que sea del Estado, confirmé.

Si algo se está demostrando, otra vez, con la crisis actual es que todo el mundo vuelve los ojos al Estado cuando llegan las vacas flacas, y le reclama que intervenga para hacer frente a las negativas consecuencias que acarrean. Esa intervención reclamada se contabiliza ineludiblemente en euros. Unos dineros que salen forzosamente de los recursos acumulados o del endeudamiento. Tales recursos tienen bastante que ver con la recaudación de impuestos que directa o indirectamente pagamos casi todos.

Pero he aquí que la inmensa mayoría del espectro político y, tengo por cierto que también la mayoría de la ciudadanía, abogan por disminuir la recaudación, es decir, pagar menos impuestos. Una ecuación imposible conjugar menos ingresos y más gastos.

El Estado debería ser como mi padre: tener como divisa el “por si acaso”. Eso quiere decir que en las épocas de bonanza, un gobierno que se considere responsable y preocupado por la suerte de todos sus ciudadanos -esto es prácticamente una quimera europea-, debería hacer acopio de recursos para disponer de suficiente potencial económico con el que ofrecer salidas dignas a los sectores más afectados llegada una crisis.

Una de las vías para engrosar las arcas estatales sería una fiscalidad progresiva para que los que más tienen paguen más, justo al revés de lo que se viene haciendo. Y otra, disponer de empresas propias, en sectores económicos estratégicos -banca, eléctricas, constructoras, combustibles, telecomunicaciones, alimentación, etc.-, que, a la vista de los balances económicos, obtienen suculentos dividendos año tras año. Porque compitiendo en el mercado con el sector privado, el Estado puede ofrecer un triple beneficio al conjunto de la ciudadanía. Por una parte, servicios de calidad a menor coste (otorgando así un primer beneficio diferido a los usuarios) ¿Quiénes decían que la gestión privada era mejor que la pública? La crisis la ha provocado el desmadre privatizador neoliberal. Por otra parte, ese menor coste intervendría en el mercado contribuyendo a inclinar a la baja los precios del sector privado. Y en tercer lugar, el diferencial de beneficios ingresados nos enriquece a todos, que podemos disfrutarlo, una vez socializado, en mejor educación, sanidad, vivienda asequible, comunicaciones, etc..

Solamente sería viable la disminución de la presión fiscal si existen otras fuentes de ingresos que capitalicen las arcas del Estado, teniendo en cuenta que en última instancia todos recurren al Estado para que reponga o repare los platos que otros rompieron y que dejan sin comer caliente a los mismos de siempre: los trabajadores y trabajadoras.

Que sea del Estado. Esa es la solución de la que no quieren hablar ni unos ni otros porque no creen en ella; porque durante años se han dedicado a poner en manos del sector privado las mejores empresas que teníamos en nuestras manos, a través del Estado, todos los ciudadanos. Comenzaron los socialistas con las privatizaciones en la época de Felipe González y continuó después el PP de la mano de Aznar. Privatizaron todas las grandes compañías que daban beneficios y que durante años los habrían seguido dando a las arcas estatales.

Unos en nombre de la izquierda y otros en nombre de la derecha, todos en nombre de la libertad, del progreso y la democracia han debilitado el Estado y han saqueado sus arcas, que es lo mismo que saquear nuestros bolsillos, para llenarle los suyos a los amigos capitalistas  cuyo único objetivo, como todo el mundo sabe aunque muchos lo callan, es ganar lo máximo posible en el menor tiempo y a costa de lo que sea, explotando a los trabajadores y esquilmando los recursos naturales.

Ellos no quieren hablar de eso, ni tampoco los grandes medios de comunicación, cuyos accionistas vuelven a ser los grandes capitalistas, que ni siquiera permiten el acceso a sus páginas o a sus debates a aquellos que defienden alternativas centradas en el papel del Estado como garante, también económico, del conjunto de la población.

Frente al falso debate de los falsos patriotas que se llenan la boca de España y los españoles, pero que nunca dicen a qué España se refieren ni a qué españoles, aunque “por sus actos los conoceréis”, los de abajo debemos reclamar más Estado y menos mercado. A las pruebas me remito, ahora, lamentablemente para la mayoría, más evidentes que nunca. ¿Aprenderemos?

Artículo extraído de http://tomasvte.wordpress.com

0 comentarios