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Asamblea Izquierda Unida de Candelario

Retirada de las tropas españolas en Afganistán

Retirada de las tropas españolas en Afganistán

Retirada pura, simple e inmediata de las tropas españolas desplazadas en Afganistán

Aunque se esconde detrás de la cortina de humo de la " guerra contra el terrorismo “, la guerra del Afganistán es una guerra imperialista, como lo es la guerra de Irak. Forma parte de la estrategia global del imperialismo americano para lograr el control de los recursos naturales y para asentarse en esta región estratégicamente muy importante.

Pero, ¿cómo está evolucionando sobre el terreno? Tras la dispersión de los “talibanes”, en el momento de la invasión inicial, estos no han dejado de reforzar su posición y sus capacidades militares. A lo largo de los últimos meses, los representantes del alto mando de la “coalición ” invasora han reconocido públicamente la posibilidad de sufrir una derrota.

Del 2002 al 2004, los resistentes mataban, por término medio, a un soldado americano a la semana. Desde el 2007, esta cifra se ha multiplicado. Cerca de 500 soldados americanos cayeron en combate. Un informe sobre el estado de ánimo de los soldados americanos señala que los casos de enfermedad mental en las unidades combatientes aumenta. Lo mismo ocurre con el número de suicidios.

Viendo esta evolución de la guerra, el gobierno de los EE.UU. ha optado por presionar y concertar "una mejor repartición de esfuerzos entre los países miembros de la coalición".

Delante del Parlamento de la Gran Bretaña, y tras impartir lecciones sobre el respecto de los derechos humanos y de patrocinar boicots olímpicos, Sarkozy anunció, con tono fanfarrón, el fortalecimiento de la presencia militar francesa en Afganistán. Se trataría de "algunos centenares" de soldados suplementarios. Este aumento de los efectivos vendría acompañado de una reorganización de las tropas francesas actualmente en Kabul hacia las zonas más peligrosas de combate, particularmente al sur del país. De esta manera Francia llevaría a cabo una “nueva contribución” para dar satisfacción al llamamiento norteamericano para asegurar “un mejor reparto de esfuerzos”.

Las razones de esta mayor implicación francesa en la guerra de Afganistán son diversas. Pero seguro que tienen algo que ver con la autorización concedida a la multinacional francesa Total de participar en la prospección y la explotación de recursos petroleros en Irak.

El Gobierno español, por su parte, no descarta un aumento a medio plazo de efectivos militares (especialmente el envío de más instructores para formar al Ejército y a las Fuerzas de Seguridad afganas), pero advierte que "no es el momento oportuno" para asumir compromisos con un Ejecutivo en funciones. Esta es una de las cuestiones sobre las cuales se deberán pedir explicaciones a Zapatero en el momento de su investidura como Presidente del Gobierno.

La presencia militar en Afganistán – disfrazada de misión “humanitaria”- ya ha facturado un altísimo coste económico, militar y humano y no tiene nada que ver con los "derechos del hombre" y con la "democracia". Lo único que ha comportado y que comportará es un aumento de los soldados muertos, heridos y mutilados. Son ellos quienes pagan y continuarán pagando el precio de esta decisión incalificable.

El caso más trágico ocurrió el 26 de mayo de 2003 cuando murieron 62 militares españoles que se dirigían a la base aérea de Zaragoza desde Afganistán. Su avión, un Yakolev 42, se estrellaba cerca del aeropuerto de Trebisonda, Turquía. Otro accidente muy grave se produjo en el 2005 cuando perdieron la vida 17 militares más al estrellarse el helicóptero en el que viajaban en la localidad afgana de Herat. A estas muertes, en los dos accidentes aéreos más sonados, se deben sumar varios soldados españoles que han muerto o han resultado heridos de gravedad en ataques y en otras operaciones militares.

El nuevo grupo parlamentario, de ERC, ICV e IU, debería exigir, con voz alta y fuerte, la retirada pura, simple e inmediata de las tropas españolas desplazadas en Afganistán. Pero las intervenciones en el Congreso de diputados no servirán para nada si no apelan a la movilización de los trabajadores y otras clases populares para oponerse a esta guerra.

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