Condenado a muerte, comida para peces.

Si falla su última apelación en Texas, Gene Hathorn será ejecutado por homicidio, troceado y convertido en comida para peces de colores

En 1985, Gene Hathorn fue sentenciado junto a su amigo James Lee Beathard por matar a tiros a su padre, Marcus Lee Hathorn, madrastra y hermanastro. El fiscal argumentó que Hathorn quería heredar el patrimonio de la familia, unos 105.000 euros, aunque al final se descubrió que había sido eliminado del testamento.

Beathard, que se declaró inocente de todos los cargos y no tenía antecedentes, fue ejecutado con inyección letal en 1999. Y Hathorn llevaba 23 de sus 47 años en el corredor de la muerte cuando recibió la visita inesperada de un artista chileno afincado en Dinamarca, Marco Evaristti.

Evaristti se hizo famoso hace ocho años con Helena, una instalación de diez batidoras con un pez de colores dentro donde cada visitante era libre de poner en marcha la batidora. La policía acabó desmantelando la pieza y salvando a los peces de morir por el arte. Pero Evaristti tenía preparada para Hathorn una propuesta aun más salvaje: trocear su cuerpo después de la ejecución para alimentar a 300 peces en un acuario gigante.

La cuestión moral

Esto ocurrirá si la apelación que ha interpuesto Hathorn para librarse de la silla eléctrica no funciona y si la ley lo permite después. Hay quien cree que el testamento de Hathorn donde cede su cuerpo al artista no puede ser válido de ninguna manera. Según las leyes de Texas, sin embargo, los prisioneros del corredor de la muerte tienen derecho a seleccionar a quien quieran para que disponga de sus restos después de la ejecución, independientemente de lo que planeen hacer con ellos. 

Evaristti, que está recogiendo fondos para defender la apelación vendiendo obras de arte del propio prisionero, cree que sí hay un problema moral, pero que está en otro sitio. "El verdadero problema -explica- es que haya asesinatos legales en nuestra civilización". Texas es el estado líder en ejecuciones, en casi todos los casos de individuos de clase baja sin posibilidades de una buena defensa legal. 

Una empresa, cuyo nombre no será revelado, se ocupará de los detalles técnicos: inmediatamente después de la ejecución, el cadáver será congelado y trasladado en avión a Alemania, donde será despiezado, triturado y tratado convenientemente para que los peces puedan ingerirlo. 

La trilogía de la pena capital

La obsesión de Evaristti no es la muerte sino la pena capital, y el derecho que tienen unos pocos sobre la vida de muchos. Su método es noquear al visitante con una contradicción: la policía cierra su instalación de batidoras por hacer lo mismo que hacen todos los restaurantes y mercados del mundo. La sociedad ampara la ejecución de un ser humano pero convertirlo en comida para peces le parece inmoral.

Además del número de las batidoras, el artista presentó una colección de ropa para ejecuciones -The Last Fashion (La última moda)- en la Feria Internacional de Moda de Copenhague y ha construido una mesa de ejecuciones para la Feria de Arte de Copenhague que comienza esta semana.